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Orisha creador de la tierra y escultor del ser humano, dueño del blanco, de la cabeza, los pensamientos y de los sueños.
Nacido de Olofi, quien lo envió a la tierra para hacer el bien y el mal. Amante de la paz y las buenas conductas. Nadie se puede desnudar en su presencia y prohibe las malas frases o injurias.
Cuentan que gobernando Obatalá en la tierra ocurrió que Ikú (la muerte), Ano (la enfermedad), Eyó (la tragedia), Ofó (la vergüenza) y Eyé (la sangre), tuvieron mucha hambre porque las personas no morían, ni enfermaban, ni peleaban. Entonces Ikú, Ano, Ofó, Iña y Eyé decidieron, para poder subsistir, atacar a los súbditos de Obatalá. Obatalá aconsejó toda prudencia a los suyos, y les prohibió que salieran a las calle, e incluso que se asomasen a las puertas o a las ventanas. Y para calmar a Ikú, Ano, Oló y Eyé les pidió que tuvieran calma.
Pero el hambre que sufrían ellas ya era atroz, y decidieron salir a las doce del mediodía con palos y latas, produciendo un gran estruendo por todo el pueblo. Y las gentes curiosas, sin pensar, se asomaron a las ventanas. Ikú se aprovechó, y cortó gran número de cabezas.
A las doce de la noche volvió a oírse un ruido ensordecedor. Los más imprudentes salieron a la calle, y, otros, simplemente se asomaron a las puertas y ventanas. Nuevamente, Ikú cortó gran número de cabezas.
Desde entonces, a las doce del día y a las doce de la noche, Ikú, Ofó, Iña y Eyé rondan las calles en busca de víctimas; y las personas juiciosas, a esas horas, se recogen en sus casas, implorando a Obatalá que las proteja.
Obatalá gobierna los pensamientos y las ideas de todas las personas. Sabio extasiado, predice el futuro en suave murmullo. Sus manos dan cariño a los que tocan.
Pero un día, borracho y por descuido, creó a los tullidos, a los albinos y a los ciegos, y, desde entonces, por castigo de Olofi, no puede probar el alcohol ni cometer excesos.
De Obatalá se dice que tiene diversos caminos o avatares, los más conocidos son:
Yemmú
De Obatalá Odudúa y de Yemmú nacieron todos los Obatalá.
Otros Obatalá son:
- Oddúa Abbalufon u Obbamoro, que es un mensajero muy viejo de Olofi, usa bastón y siempre está temblando de frío; Oshagguiriñan, catolizado como el Cristo Crucificado, es muy humilde y paciente y hay que pedirle todo al revés.
- Agguemo, que es para algunos hembra, y para otros, macho. Le pertenece la Ceiba y es dueño del camaleón. Se catoliza como Santa Lucía por el avatar de hembra, y como San José, por el varón, siendo mensajero de Shangó.
- Obatalá Yekun Yekun, este Orisha vive en la oscuridad, no se puede mirar de frente porque ciega a quien lo haga, y se le pide, al igual que a Oshagguiriñan, todo al revés. No se fija en piedra porque es de caracol. No le gusta la bulla y come, en la oscuridad, animales oscuros; se sincretiza con la santísima Trinidad o El Purísimo rostro. Es humilde y paciente como Oshagguiriñan.
- La Obatalá llamada Eruaddye, es la hija única y mimada de Olofi, y es la esposa de otro Obatalá llamado Ayagguna. Es una santa que no se inmuta, ni se preocupa por nada; ni tan siquiera se mueve. En uno de los avatares de ella, Nana Burukú, se considera como una de las más fuertes y se conoce muy poco. Cuentan algunos Santeros que cuando se pone furiosa o se incomoda son capaces de todo, ya que una vez, ella misma, incómoda, se cortó un pie con un hacha. A esta diosa, fuerte de carácter, se le da de comer en una cazuela de barro, y no se le matan los animales con cuchillos o arma de metal, sino con un cuchillo de cañabrava. Come palomas, chivas, pollos, guineos, patos y puercos.
- Tabalí es la Obatalá sorda, o que hace que no oye. Ella se sincretiza con Santa Rita de Casia.
Muchos de estos Orishas se conocen con otros nombres y tienden a confundirse, dada la multitud de avatares o caminos por los cuales transitan.
El baile de Obatalá es suave, muy lento, como sí el peso del mundo, sobre sus hombros, no la dejara mover su cuerpo, lento y pesado. En este baile no hay erotismo alguno, pues representa lo puro, la paz del universo.
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